De nuevo la noche,
la desdicha sopla mi rostro,
trazos de penumbra danzan ruidosamente
cantando recuerdos a mi delirante memoria.
¡Soledad¡ vocifera el silencio,
inhalo melancolía, exhalo añicos de alma,
y el tiempo, el maldito tiempo,
avanzando como un adagio.
La madrugada detenida,
mi sueño secuestrado por el espanto,
el pecho contraído hasta el absurdo,
mi piel transpirando ausencia.
El destello matutino arribará,
disolviendo a los demonios nocturnos.
Entonces abrazaré a la esperanza,
besaré a la serenidad,
me entregaré a la vida.
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