miércoles, 5 de diciembre de 2012

La puerta de las ilusiones

Un cuento a favor de los buenos tratos hacia las niñas y los niños

Luz de luna sobre el bosque, el canto del viento convoca a los milenarios sueños atesorados entre los frondosos brazos de árboles cómplices de los deseos humanos. Las hojas murmuran: “una niña llora, su tristeza cubre esta noche con un manto de dolor”, una lechuza sisea: “las lágrimas de una niña ensombrecen todo lo que en nosotros es alegría”, la tierra no se contiene y abraza a la niña: “¿qué tienes pequeña?”. Con voz sofocada le contesta: “Tenía un cofre lleno de ilusiones y me lo han robado”, un estruendo se deja escuchar desde el tronco del árbol más viejo del bosque: “¿Quién se atrevió a robarte tus ilusiones? Solamente es capaz de hacer eso quien ha perdido las propias”. Sintiéndose acompañada y comprendida, la niña comenzó a contar la historia: “Primero llegó el silencio y se llevó mis ‘te quieros’, luego la indiferencia se apropió de las sonrisas, la ausencia me dejó sin abrazos y el enojo me arrebató el cofre vacío para que ya no guardara más ilusiones”.
De pronto inició un temblor intermitente, como un latido muy intenso, todo lo animado e inanimado guardó silencio, un intenso perfume olor a pino  impregnó cada espacio vacío así como la piel de todos los seres habitantes del lugar. Brotó una fuente lanzando chisguetes color esmeralda, de un verde profundo que iluminó hasta el rincón más oculto. Una ardilla gritó sorprendida: “¡el corazón del bosque!”.  Una fuerte de voz con tonos líquidos resonó: “Pequeña, querida niña, este es un bosque de sueños y deseos, no puedes permanecer en él si no tienes una ilusión”, más triste que asustada la niña respondió: “¿pero qué puedo hacer si me las han robado?”, a lo cual replicó la voz: “no hay ladrón tan hábil, ni tan poderoso, que pueda dejarte sin ilusiones, has buscado en todos lados pero has olvidado indagar en el cielo, cada estrella que ves es una ilusión esperando por un niño o niña triste como tú, aparecen sólo de noche porque es cuando más solos nos sentimos y no dejan nunca de brillar para recordarte su presencia. La puerta de las ilusiones es tu corazón y cada vez que se lo obsequias a alguien se abre para dejar entrar nuevas estrellas, nuevas ilusiones”. La niña sonrío y corrió hasta encontrar a otro niño triste, al abrazarlo vio bajar a una estrella que primero la iluminó y luego se perdió a la altura de su corazón. Sintió una profunda alegría, ya no necesitaba un cofre, ahora sabía que sus ilusiones nacerían con cada una de sus expresiones de amor hacia los demás.

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