lunes, 7 de enero de 2013

La felicidad como categoría de exclusión

 
Artículo publicado en la revista Foro Multidisciplinario de la Universidad Intercontinental. Se puede leer aquí en el blog o consultar la revista en su formato electrónico en la siguiente dirección electrónica: 
http://es.scribd.com/doc/117550746/Revista-UIC-27


Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos,
Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven.

José Saramago, Ensayo sobre la ceguera

      Gran parte de la popularidad y de la fuerza persuasiva de la psicología provienen de que sea una forma sublimada de espiritualismo: una forma laica y ostensiblemente científica de afirmar la primacía del “espíritu” sobre la materia (Sontag, 2008, p. 68). Alud crítico con el estilo característico de Susan Sontag, quien escribió la citada frase en su libro La enfermedad y sus metáforas, publicado por primera vez en 1977. Difícil es rebatir a Sontag, aún treinta y cinco años después, considerando que la psicología se ha ido impregnando con los recursos más utilizados por las tradiciones espirituales, me refiero a las metáforas y las virtudes. 
       Un tufillo esencialista se va apoderando de los discursos psi, reviviendo a los psicólogos humanistas de la última posguerra mundial, Abraham Maslow y Carl Rogers, quienes consideraban que el ser humano era “bueno” por naturaleza y quien lo pervertía era la familia, la comunidad y la sociedad. Nacemos como Ferraris pero nos ponen a recorrer caminos de terracería, y como dijo Andrés Manuel López Obrador en los debates en la carrera por la presidencia de México en 2012, andar en terracería lo afloja a uno.
       Como las tradiciones espirituales, la psicología tiene a sus profetas, quienes también caminan por largos caminos de espinas antes de llegar a la iluminación, sólo que en lugar de vivir el desierto, encerrados en una celda o en perpetua contemplación de la naturaleza; los psifetas (psicólogos profetas), pasan extenuantes jornadas en laboratorios, leyendo sobre inacabables avances “científicos”, aplicando cuestionarios o pruebas, entrevistando, observando, etcétera. Y es hasta después de varias décadas de riguroso e ininterrumpido trabajo que llega la epifanía, traducen sus investigaciones a lenguaje coloquial, escriben libros con estructura best-seller y se suben a su nicho en la Catedral del Bienestar. Por supuesto, sus textos están abarrotados de metáforas y virtudes. Basta con citar el título de un libro de Martin Seligman, el padre de la Psicología Positiva: Florecer.
Como lo dice la página oficial de Seligman (la cual se puede consultar en seis idiomas en http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu), “desde el año 2000 su principal misión ha sido la promoción del campo de la Psicología Positiva. Esta disciplina incluye el estudio de las emociones positivas, los rasgos positivos del carácter, y las instituciones positivas. A medida que la ciencia que hay detrás de esta aproximación se va haciendo más sólida, el Prof. Seligman va ahora dirigiendo su atención a la formación de Psicólogos Positivos, que serían aquellos individuos cuya práctica haría de este mundo un lugar más feliz, en paralelo a la forma en la que los psicólogos clínicos han hecho del mundo un lugar menos infeliz”. Esto es, antes de Martin Seligman, la Psicología Clínica, el Psicoanálisis, la Psicoterapia Cognitivo Conductual, en fin, todas las tradiciones de la clínica psi, lo único que habían logrado era reducir la infelicidad de las personas.  Pero en el 2000, como una señal del nuevo milenio, una luz emanó desde el Departamento de Psicología de la Universidad de Pennsylvania, para alumbrar la sombra de más de cien años de Psicología oscurantista, para erradicar la epidemia de patologías mentales sobre el mundo con un recurso accesible a todos: optimismo. El texto citado habla explícitamente de una misión, como aquellos predicadores que de dos en dos fueron por el mundo para transmitir la palabra verdadera y limpiaban sus sandalias ahí donde no eran escuchados. En la Psicología Positiva no se responde al desdén con la otra mejilla, sino con una sonrisa.
Pero Martin Seligman si es profeta en su tierra, tiene tras de sí el aval de la Asociación Americana de Psicología, de la que fue presidente. Su página afirma que ganó con “el mayor número de votos de la historia moderna”. Según los historiadores, la llamada Modernidad inició en el siglo XVI, se considera como fecha oficial del nacimiento de la Psicología el año de 1879, cuando Wilhelm Wundt inauguró su laboratorio de psicología experimental en Leipzig, Alemania.  La Asociación Americana de Psicología (APA por sus siglas en inglés) se fundó en 1892. Por tanto, la Psicología no existía antes de la era Moderna, en realidad es una disciplina que se puede considerar nueva dentro del contexto de la historia de la humanidad. Por tanto, cuando la página se refiere al mayor número de votos en la historia moderna, está magnificando un dato para consolidar el pedestal del teórico de la felicidad, como sucedía con las Vidas Ejemplares de los santos. Lo que no se le puede negar a Seligman, es su popularidad, en la página oficial de la APA, se afirma que esta asociación tiene 137,000 miembros, como se mencionó, recibió el visto bueno de una mayoría de este conglomerado. La revista Time, estrenó el año 2005 con un número dedicado a La nueva ciencia de la felicidad. En el artículo principal, escrito por Claudia Wallis, descubrimos que los mexicanos tendríamos que sentirnos privilegiados, con el siguiente fragmento del artículo conocerán los motivos de afirmación:  “¿Azucarados destellos de arena blanca bajo el brillante sol de Yucatán, el agua esmeralda repleta de peces tropicales y perezosas tortugas de mar, la cerveza mexicana fría hace señas desde la sombra de las palapas? Es difícil imaginar un lugar más dulce que el de Akumal, México, para contemplar las alegrías de ser vivo. Y eso fue precisamente la orden del día, cuando tres principales psicólogos se reunieron en este paraíso mexicano para trazar un nuevo rumbo para la Psicología… El objetivo de los especialistas era llevar a los pacientes de un estado negativo, de un estado enfermo a un normal, como dice el psicólogo de la Universidad de Pennsylvania, Martin Seligman: ‘desde un menos cinco a cero’. Fue Seligman, quien convocó a los otros a Akumal el Día de Año Nuevo en 1998, su primer día como presidente de la American Psychological Association (APA), para compartir la visión de un nuevo objetivo para la psicología”. Quizá la reportera se refería a la Península de Yucatán, pero Akumal se localiza en Quintana Roo en la ruta de la Riviera Maya. Por tanto, en México nació la nueva era de la Psicología, los mayas se equivocaron, la renovación inició en 1998 y no en 2012.
El éxito de un modelo psicológico popular se sustenta en que sea accesible y se resuma en pocos conceptos. Seligman siguió la fórmula y creo PERMA, por sus siglas en inglés, pero veamos que implica esta propuesta:
·      P. Positive Emotions (Emociones Positivas): Se refiere a la sumatoria de palabras y emociones positivas expresadas y sentidas en un día. La ecuación podría ser: X (Palabras positivas) + Y (emociones positivas) – A (palabras negativas) – B (emociones negativas) = Bienestar
·      E. Engagement (Involucramiento): Es lograr impregnar nuestra jornada diaria de optimismo, buscarle la mejor cara a la adversidad y poner nuestras fortalezas como instrumento para erradicar el malestar.
·      R. Relationship (Relaciones): Tener una buena actitud en las relaciones con los demás, buscarle a cada persona ese detalle especial que puede enriquecer nuestra cotidianidad y bienestar.
·      M. Meaning (Significado): Sentirse parte de algo más grande que uno mismo. Para Seligman, ayudar puede traer mayor felicidad que comprar. Podríamos hacer un movimiento de resistencia al consumismo recorriendo las calles de México durante el Buen Fin o de Estados Unidos durante Black Friday con cartelones que dijeran: Sé feliz. Ayuda, no compres.
·      A. Accomplishment (Logro): No rendirse, llegar hasta el final, cumplir las metas.

Suena bien, solamente que Seligman parece olvidar un dato importante, al igual que a Maslow en su tiempo. Se calcula que en la actualidad mil trescientos millones de seres humanos en el mundo, viven con un dólar, o menos, al día. Por tanto, la felicidad deja de ser una utopía para convertirse en una categoría altamente excluyente, con indicadores que dejan fuera a gran parte de la humanidad. Esto por sí mismo, sería un criterio para derrumbar la pretensión universalista de la Psicología Positiva. Acercándonos más a la realidad mexicana, nos queda claro que Seligman y colaboradores, no han viajado en el Metrobús de la Ciudad de México, quizá me equivoco y ellos responderían de manera optimista: cuando me empujan y no logró salir del camión, es una señal de que tengo que trabajar más en mis fortalezas; si me roban el celular, debo sonreír y pensar que eso me impulsará a trabajar más, por tanto el ladrón me ayuda a cumplir mis metas y a tocar el éxito; el calor de la hora pico al mediodía, es muestra de la cercanía que tengo con la gente, el aroma compartido es el olor del trabajo en equipo.
     La Psicología Positiva retoma el concepto de Eudaimonía el cual Aristóteles definió en su Ética Nicomáquea como “una actividad del alma de acuerdo con la virtud… la mejor y más perfecta, y además en una vida entera” (Aristóteles, 1985, 142). La virtud es por tanto el camino de la felicidad, de ahí que Seligman también proponga las virtudes para el florecimiento:
·      Sabiduría y Conocimiento.
·      Habilidad para usar inteligencia y experiencia al buscar soluciones y respuestas.
·      El coraje.
·      La Humanidad.
·      La Justicia.
·      La Templanza.
·      La Trascendencia.

¿Cómo se definieron estas virtudes? Martin Seligman y Chris Peterson, estudiaron las grandes filosofías y religiones del mundo: Grecia antigua, Oriente, Confucionismo, Islam, Judeocristianismo, Budismo, etcétera. Tras esta investigación, encontraron estas similitudes culturales que posteriormente se desglosaron en 24 virtudes que pueden medirse con un instrumento denominado VIA. El cuestionario se puede responder, previo registro, en la citada página oficial de Seligman. Hemos avanzado, actualmente si uno quiere indagar si es virtuoso, ya no es necesaria la acción ni la opinión de quienes nos rodean, se diga lo que se diga, si VIA indica que somos virtuosos es que nos encontramos, no a la altura de profetas, sabios , filósofos y santos; sino por encima de ellos, en nosotros podría confluir lo mejor de la especie humana, seres filosófica y espiritualmente superiores.
      La historia de la humanidad ha mostrado que la aparición de propuestas como la Psicología Positiva son síntoma de un deterioro en la calidad del pensamiento de una época, parafraseando a Gastón Bachelard, por simplistas son epistemológicamente sospechosas. Quienes trabajamos e investigamos cada día con la condición humana en lo que respecta a su salud, su patología, su diversidad,  en fin, a un espectro amplio de sus referentes, sabemos que la felicidad se encuentra en la vida de manera dosificada y está muy lejos de ser un estado. El que una teoría psicológica tenga como objetivo el logro de la felicidad, la desacredita como científica por sostenerse en una metáfora imposible de aterrizar a la realidad. Frente a los complejos problemas que enfrenta hoy la humanidad, resulta muy corta de miras una perspectiva así. Lo más inquietante es que se vuelve una de esas categorías que consolida la gran frontera existente entre buena parte de la población mundial y una minoría que puede proponerse la búsqueda de la felicidad. Por lo mismo, considero que la Psicología Positiva parte de supuestos excluyentes y en su pretensión universalista no solamente distrae de los verdaderos problemas a resolver sino promueve el discurso de los poderes fácticos quienes se empoderan y enriquecen a partir de las aspiraciones a la felicidad de las personas.
     La Psicología Positiva es una esperanza, por tanto su realización estará siempre en el futuro, en el horizonte al que nunca se llega.


Referencias

Aristóteles (1985). Ética Nicomáquea. Madrid: Gredos.

Saramago, J. (2006). Ensayo sobre la ceguera. México: Punto de lectura.

Sontag, S. (2008). La enfermedad y sus metáforas. España: DeBolsillo.

Universidad de Pennsylvania. Authentic Happiness. Disponible en: http://www.authentichappiness.sas.upenn.edu/Default.aspx

Wallis, C. (Enero 2005). The new science of Happiness. Time Magazine. Disponible en:
http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,1015902,00.html

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