Sobre
la palabra procrastinar nos dice Gabriel Zaid: Las tres palabras derivan del
latín procrastinare, procrastinator y procrastinatio con los mismos
significados. Están formadas a partir del prefijo pro ‘hacia’ y el adverbio cras ‘mañana’;
no ‘la mañana’, sino ‘el mañana’, y en particular ‘el día siguiente a hoy’.
Ignacio
Lirio afirma: La procrastinación es
un complejo trastorno del comportamiento que a todo el mundo nos afecta en
mayor o menor medida. Consiste en postergar de forma sistemática aquellas
tareas que debemos hacer, que son cruciales para nuestro desarrollo y que son
reemplazadas por otras más irrelevantes pero más placenteras de llevar a
cabo.
Los
procrastinadores son las personas del mañana, las que ante planes o actividades
que implican la resolución de un asunto importante optan casi siempre por
aplazar o postergar. Pensado como síntoma lo más interesante es analizarlo en
sus diversas manifestaciones en diferentes tipologías. Las categorías que
propongo a continuación me fueron inspiradas por un esquema que consulté en la
página procrastinación.org.
El
procrastinador narcisista, es quien frente a las tareas a realizar sus primeros
pensamientos son: “Tengo una mente brillante, soy el mejor”, seguido por
arrebatos de entusiasmo en los cuales anuncia “Tengo numerosas ideas, puedo con
esto y más”. El tiempo pasa y este procrastinador continúa afirmando que ha
reunido una gran cantidad de ideas geniales y que le resulta difícil decidirse
por una porque todas son maravillosas. En lo fáctico no presenta nada concreto.
Los días siguen su curso, en un momento inesperado da a conocer que ya se
decidió por una idea pero que la está trabajando, estructurando. Al final sólo
resuelve cuando alguien lo dirige y le impone órdenes, actúa asertivamente sólo
bajo presión. Son personas que subestiman el tiempo y sobrestiman sus
capacidades. Recomendaciones para este tipo de procrastinador, que nunca
trabaje solo y sin supervisión, de otra manera puede ser víctima de su
grandiosidad. Recomendaciones para quienes rodean a este tipo de
procrastinador, no se adelanten, reconózcanle productos, no ideas.
El
procrastinador depresivo, su primera reacción frente al reto de las tareas: “No
estoy motivado, no tengo ánimos para hacer nada, quizá mañana me sienta mejor”.
Llega mañana: “Sigo sin ánimo, si lo hago ahora lo haré mal, esperaré a
mañana”. Llega mañana, en cuanto despierta siente como un gran peso los
pendientes por resolver, considera reportarse enfermo o si está con familiares
fingir un profundo malestar. Si logra salir de la cama, ve sus tareas como una
montaña infranqueable, no les encuentra ningún sentido y piensa que su vida
será miserable hasta el día que deje de tener responsabilidades. Comienza a generar
fantasías de rescate, en las cuales alguien o algo le libra de las tareas a
resolver. Al final sólo la amenaza de una pérdida importante, como el trabajo,
le impulsa por un breve lapso a resolver las tareas. Las recomendaciones para
este tipo de procrastinador es que recurra en primera instancia a una
psicoterapia, si esto no resulta suficiente, quizá tendrá que apoyarse en algún
antidepresivo. Recomendaciones para quienes rodean a este tipo de
procrastinador, no insistan, todo lo que le digan, éste lo utilizará para
alimentar su depresión, no hay de otra, requiere ayuda profesional.
El
procrastinador ansioso, su sensación ante las tareas a realizar es la de ser
inseguro, indeciso e incapaz. Nunca sabe por donde empezar, es rumiador de
ideas pero poco ejecutivo. No logra decidirse, conforme pasa el tiempo su
ansiedad se intensifica y experimenta cierta paranoia, imagina escenarios
terribles en los cuales será despedido, fracasará en la escuela o detonará un
desastre familiar. Dedica largas horas a pensar que debe iniciar con las
tareas, pero no da el paso hacia la actividad. Simultáneamente, por su propia
inseguridad, sigue aceptando responsabilidades, lo cual incrementa sus niveles
de tensión. Suele sentirse explotado y se compara de manera permanente con los
demás, su conclusión es siempre la misma: ellos tienen menos carga que yo. Atrapado
en su ansiedad, suele tomar malas decisiones o cometer errores que en ocasiones
no solamente le impiden concluir la tarea sino tira por la borda trabajo ya
realizado, por ejemplo, borrar información, perder algún papel con anotaciones,
olvidar algo ya resuelto y volverlo a hacer. Recomendaciones para este tipo de
procrastinador, que delimite sus actividades, ser honesto con sus capacidades,
recursos y tiempos. Si la procrastinación se focaliza en una sola área de su
vida, quizá sea tiempo de tomar decisiones al respecto, puesto que es una señal
clara de un foco de ansiedad, un cambio podría resolverlo. Si la
procrastinación es generalizada, la opción es buscar alguna actividad que
disminuya la ansiedad o pedir el apoyo de otros. La psicoterapia puede ser una
buena alternativa, hay a quienes les funcionan métodos como la atención plena,
en caso de que la ansiedad implique un riesgo a la salud física, es probable
que sea momento de solicitar ayuda médica, particularmente para el uso de
ansiolíticos. Hay que aclararlo, estos medicamentos disminuyen la ansiedad pero
no resuelven problemas, así que de cualquier manera habrá que contemplar las
opciones arriba mencionadas. Recomendaciones para quienes rodean a este tipo de
procrastinador, si es su jefe o jefa, reconsidere las funciones que puede
cumplir la persona, las tareas tendrán que ser muy concretas y con una
supervisión constante. Lo cierto es que estas personas pueden beneficiarse
mucho del apoyo grupal, por tanto, si es su compañero de trabajo, de escuela o
de vida; ayúdele a cambiar la perspectiva por otra menos ansiógena, pero no
baje la guardia, porque la ansiedad es contagiosa, por lo que si comienza a
sentirse a su vez ansioso, mejor recomiende cualquiera de los apoyos
propuestos, de otra manera el resultado serán dos procrastinadores ansiosos.
En
cualquiera de sus tipologías, la procrastinación es en la actualidad un mal
endémico, hay una gran dificultad para ubicarse en el presente, las personas
van arrastrando su pasado o son apabulladas por sus aspiraciones. En un mundo
dinamizado por servicios y productos, el procrastinador suele quedarse al
margen, al tiempo que afecta el desempeño de quienes le rodean. En el terreno de las relaciones personales y
familiares, los procrastinadores suelen alargar las decisiones o la resolución
de los conflictos de manera indefinida, por tanto, requerirán que alguien más
defina la salida a los problemas o decida sobre aspectos tanto cotidianos como
extraordinarios. Si desean divorciarse de un procrastinador, es recomendable que busquen un buen abogado.
Lo
cierto es que los procrastinadores derrochan obscenamente su ser y tiempo, lanzan
sus días al desagüe bajo la premisa de que el futuro llegará con grandes
glorias o serenidad. Al final el futuro les alcanza con las manos vacías.