El
purgatorio sobrepasa en poesía al cielo y al infierno,
porque
representa un futuro que les falta a los dos primeros.
François-René de Chateubriand
Entre los años 1150 y
1250 de nuestra era, el Purgatorio se instala en la creencia de la cristiandad
occidental, excede su utilización como adjetivo para sustantivarse como un
espacio, como un territorio. Afirma el famoso medievalista Jacques Le Goff, en
su libro El nacimiento del Purgatorio, que
en los siglos XII y XIII, la cristiandad se entregó a “una gran remodelación
cartográfica, lo mismo sobre la tierra que con respecto al más allá”, uno de
sus nuevos constructos en esta revolución de las ideas fue “el proceso de espacialización
del pensamiento”. El espacio será en adelante una prolongación del cuerpo
orgánico y, citando a Edward T. Hall, el territorio será una interiorización del espacio, organizada en el pensamiento. En este sentido,
el Purgatorio será representado como un lugar intermedio: entre la muerte
individual y el Juicio final, entre el tiempo terreno y el tiempo escatológico,
entre la penitencia y la purificación definitiva, entre el Paraíso y el
Infierno. De los tres lugares del más allá, el Purgatorio es el que tardó más en definirse, no se le nombra
en la Biblia, por lo cual siglos más tarde, Lutero lo demeritará al denominarlo
una invención, un “tercer lugar”; Agustín de Hipona no llegó a delimitarlo,
será en la Edad Media donde se consolidará la idea de este Espacio Medio.
La creencia en el Purgatorio se sostiene en varios supuestos, los
cuales resumiré con la finalidad de retomarlos para vincularlos con otros
lugares intermedios como la llamada clase media y la política de centro:
· Se vincula a un sistema, el de los
lugares del más allá y sólo posee existencia y significación en relación con
esos parajes.
· Es un más allá intermedio en el que
algunos muertos sufren una prueba que puede llegar a acortarse gracias a la
ayuda espiritual de los vivos (sus oraciones).
· Implica la creencia en la inmortalidad y la resurrección. Es un
suplemento de condiciones ofrecidas a ciertos humanos a fin de que alcancen la
vida eterna. Una inmortalidad que
se gana a través de una sola vida. Por lo mismo, las religiones que creen en la
reencarnación excluyen la idea del Purgatorio.
· La existencia de un Purgatorio reposa a
su vez sobre la concepción de un juicio de los muertos. Se apoya en la creencia
de un doble juicio, el primero al momento de la muerte y el segundo, al final
de los tiempos. Instituye en esta situación intermedia del destino escatológico
de cada ser humano un complejo procedimiento judicial de mitigación de penas,
así como de abreviación de estas penas en función de diversos factores. Supone,
por tanto, la proyección de un pensamiento de justicia y de un sistema penal
muy sofisticados.
· La idea de Purgatorio se halla también
vinculada a la responsabilidad individual, de libre albedrío, culpable por
naturaleza, en razón del pecado original, pero juzgado de acuerdo con los
pecados cometidos bajo su responsabilidad. Hay una estrecha relación entre el
Purgatorio y los llamados pecados veniales (perdonables), definidos por Agustín
y Gregorio Magno. En lo esencial, el Purgatorio hizo su aparición como lugar de
purgación de los pecados veniales, no para los grandes pecadores.
Pero
¿qué tiene que ver todo esto con los grupos socioeconómicos? Como en los
tiempos bíblicos sólo había ricos y pobres, los unos iban al Infierno y los
otros al Cielo. El Purgatorio aparece junto con la burguesía, esto es, quienes
naciendo fuera de las castas nobles lograron hacer fortuna con base en el
trabajo, particularmente el comercio. Por tanto, a la clase media le
corresponde el Purgatorio, no cuenta con los recursos para cometer pecados
mortales, pero tampoco tiene la pureza que otorga el sufrimiento de la pobreza.
Pero desde otra lectura, más actual y neoliberal, la Clase Media es un “tercer
lugar”, entre la Clase Alta (Paraíso-Arriba-Cielo) y la Clase Baja (Infierno-Abajo-Tierra), el
clasemediero ha cometido pecados veniales que lo mantienen al margen de la
Gloria: no tiene capital para invertir, su mentalidad está más concentrada en
el miedo a descender que en el impulso al ascenso, sus vínculos sociales son de
medio pelo, se conforma con el bienestar, jugando a ser santo o ángel se endeuda
hasta caer en los linderos del Infierno, para salir de ahí tendrá que purgar
(trabajar) sus pecados con la esperanza de que al final de los tiempos sus penitencias
sean recompensadas. Quizá como afirmaba Lutero con respecto al Purgatorio, la
Clase Media es una invención nacida de la necesidad de creer que a los
pecadores (pobres) se les abrirán algún día las puertas del Paraíso. En esta
misma línea, me llama la atención de que en el campo laboral, se le denomina
“tercer lugar” a ese espacio entre la casa y la oficina, es la tendencia a
trabajar en lugares intermedios, entiéndase sitios públicos con señal Wi-Fi. El
clasemediero celebra esta forma de trabajo, considera que le da mayor libertad,
no tiene que soportar las presiones de la familia, ni de los jefes, además de
que se ahorra el mobbing (acoso
laboral). Sin embargo, deja de lado su arraigo, queda excluido de los espacios
y de los grupos, en esta modalidad crece su indefensión frente a los embates de
las otras dos clases. Pero no rompamos el encanto, ha ganado el bien más preciado
por el clasemediero: la independencia.
Otro
“tercer lugar” es la política de centro, tan manoseada en la actualidad.
Traducción: “Yo no soy ni de izquierda ni de derecha, considero que hay que
tomar lo mejor de las dos partes”, es la tercera vía, un mito de la democracia,
¿otra invención? Igual necesitamos a un Lutero de la Economía que nos lo
esclarezca. Aunque es una idea seductora, constituye tan sólo una especie de
amortiguador entre los otros dos lugares, que como sucede en mecánica, aguanta
hasta que se rompe. Al menos en el caso de México, gran parte de los políticos
se ofertan como “de centro”, pero en la práctica no lo son, ¿por qué?, porque
las verdaderas fuerzas se mueven en los extremos; el poder, el dinero, la fama,
la violencia… no están en el centro, como tampoco están en la Clase Media, como
tampoco están en el Purgatorio.
Pero no son estos los únicos “terceros
lugares”, si se reflexiona sobre los diferentes ámbitos de lo humano hay
numerosos espacios intermedios, hay quienes nunca se establecen en un lugar
propio, como si estuvieran siempre de paso, a medio camino entre un sitio y
otro. En los universos académico e intelectual, hasta en el artístico, hay una
fuerte tendencia a la polaridad, son mal vistos quienes se quedan a la mitad.
Considero que el “tercer lugar” tiene sus grandes encantos, como lo mencioné
anteriormente es donde se experimenta lo más cercano a la libertad, sin
embargo, es el punto de mayor vulnerabilidad, es la tierra de la incertidumbre,
por eso es una invención, una invención que se extingue y se renueva cada día,
hasta que es aniquilada por los polos.