lunes, 12 de enero de 2015

El tercer lugar: El purgatorio, la clase media y la política de centro.

El purgatorio sobrepasa en poesía al cielo y al infierno,
porque representa un futuro que les falta a los dos primeros.

François-René de Chateubriand


     Entre los años 1150 y 1250 de nuestra era, el Purgatorio se instala en la creencia de la cristiandad occidental, excede su utilización como adjetivo para sustantivarse como un espacio, como un territorio. Afirma el famoso medievalista Jacques Le Goff, en su libro El nacimiento del Purgatorio, que en los siglos XII y XIII, la cristiandad se entregó a “una gran remodelación cartográfica, lo mismo sobre la tierra que con respecto al más allá”, uno de sus nuevos constructos en esta revolución de las ideas fue “el proceso de espacialización del pensamiento”. El espacio será en adelante una prolongación del cuerpo orgánico y, citando a Edward T. Hall, el territorio  será una interiorización  del espacio, organizada en el pensamiento. En este sentido, el Purgatorio será representado como un lugar intermedio: entre la muerte individual y el Juicio final, entre el tiempo terreno y el tiempo escatológico, entre la penitencia y la purificación definitiva, entre el Paraíso y el Infierno. De los tres lugares del más allá, el Purgatorio es el que  tardó más en definirse, no se le nombra en la Biblia, por lo cual siglos más tarde, Lutero lo demeritará al denominarlo una invención, un “tercer lugar”; Agustín de Hipona no llegó a delimitarlo, será en la Edad Media donde se consolidará la idea de este Espacio Medio.
      La creencia en el Purgatorio se sostiene en varios supuestos, los cuales resumiré con la finalidad de retomarlos para vincularlos con otros lugares intermedios como la llamada clase media y la política de centro:
·  Se vincula a un sistema, el de los lugares del más allá y sólo posee existencia y significación en relación con esos parajes.
·  Es un más allá intermedio en el que algunos muertos sufren una prueba que puede llegar a acortarse gracias a la ayuda espiritual de los vivos (sus oraciones).
·  Implica  la creencia en la inmortalidad y la resurrección. Es un suplemento de condiciones ofrecidas a ciertos humanos a fin de que alcancen la vida eterna. Una inmortalidad  que se gana a través de una sola vida. Por lo mismo, las religiones que creen en la reencarnación excluyen la idea del Purgatorio.
·  La existencia de un Purgatorio reposa a su vez sobre la concepción de un juicio de los muertos. Se apoya en la creencia de un doble juicio, el primero al momento de la muerte y el segundo, al final de los tiempos. Instituye en esta situación intermedia del destino escatológico de cada ser humano un complejo procedimiento judicial de mitigación de penas, así como de abreviación de estas penas en función de diversos factores. Supone, por tanto, la proyección de un pensamiento de justicia y de un sistema penal muy sofisticados.
·  La idea de Purgatorio se halla también vinculada a la responsabilidad individual, de libre albedrío, culpable por naturaleza, en razón del pecado original, pero juzgado de acuerdo con los pecados cometidos bajo su responsabilidad. Hay una estrecha relación entre el Purgatorio y los llamados pecados veniales (perdonables), definidos por Agustín y Gregorio Magno. En lo esencial, el Purgatorio hizo su aparición como lugar de purgación de los pecados veniales, no para los grandes pecadores.

Pero ¿qué tiene que ver todo esto con los grupos socioeconómicos? Como en los tiempos bíblicos sólo había ricos y pobres, los unos iban al Infierno y los otros al Cielo. El Purgatorio aparece junto con la burguesía, esto es, quienes naciendo fuera de las castas nobles lograron hacer fortuna con base en el trabajo, particularmente el comercio. Por tanto, a la clase media le corresponde el Purgatorio, no cuenta con los recursos para cometer pecados mortales, pero tampoco tiene la pureza que otorga el sufrimiento de la pobreza. Pero desde otra lectura, más actual y neoliberal, la Clase Media es un “tercer lugar”, entre la Clase Alta (Paraíso-Arriba-Cielo) y la  Clase Baja (Infierno-Abajo-Tierra), el clasemediero ha cometido pecados veniales que lo mantienen al margen de la Gloria: no tiene capital para invertir, su mentalidad está más concentrada en el miedo a descender que en el impulso al ascenso, sus vínculos sociales son de medio pelo, se conforma con el bienestar, jugando a ser santo o ángel se endeuda hasta caer en los linderos del Infierno, para salir de ahí tendrá que purgar (trabajar) sus pecados con la esperanza de que al final de los tiempos sus penitencias sean recompensadas. Quizá como afirmaba Lutero con respecto al Purgatorio, la Clase Media es una invención nacida de la necesidad de creer que a los pecadores (pobres) se les abrirán algún día las puertas del Paraíso. En esta misma línea, me llama la atención de que en el campo laboral, se le denomina “tercer lugar” a ese espacio entre la casa y la oficina, es la tendencia a trabajar en lugares intermedios, entiéndase sitios públicos con señal Wi-Fi. El clasemediero celebra esta forma de trabajo, considera que le da mayor libertad, no tiene que soportar las presiones de la familia, ni de los jefes, además de que se ahorra el mobbing (acoso laboral). Sin embargo, deja de lado su arraigo, queda excluido de los espacios y de los grupos, en esta modalidad crece su indefensión frente a los embates de las otras dos clases. Pero no rompamos el encanto, ha ganado el bien más preciado por el clasemediero: la independencia.
Otro “tercer lugar” es la política de centro, tan manoseada en la actualidad. Traducción: “Yo no soy ni de izquierda ni de derecha, considero que hay que tomar lo mejor de las dos partes”, es la tercera vía, un mito de la democracia, ¿otra invención? Igual necesitamos a un Lutero de la Economía que nos lo esclarezca. Aunque es una idea seductora, constituye tan sólo una especie de amortiguador entre los otros dos lugares, que como sucede en mecánica, aguanta hasta que se rompe. Al menos en el caso de México, gran parte de los políticos se ofertan como “de centro”, pero en la práctica no lo son, ¿por qué?, porque las verdaderas fuerzas se mueven en los extremos; el poder, el dinero, la fama, la violencia… no están en el centro, como tampoco están en la Clase Media, como tampoco están en el Purgatorio.
Pero no son estos los únicos “terceros lugares”, si se reflexiona sobre los diferentes ámbitos de lo humano hay numerosos espacios intermedios, hay quienes nunca se establecen en un lugar propio, como si estuvieran siempre de paso, a medio camino entre un sitio y otro. En los universos académico e intelectual, hasta en el artístico, hay una fuerte tendencia a la polaridad, son mal vistos quienes se quedan a la mitad. Considero que el “tercer lugar” tiene sus grandes encantos, como lo mencioné anteriormente es donde se experimenta lo más cercano a la libertad, sin embargo, es el punto de mayor vulnerabilidad, es la tierra de la incertidumbre, por eso es una invención, una invención que se extingue y se renueva cada día, hasta que es aniquilada por los polos.



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