La realidad nunca fue suficiente; hacía falta la
magia.
Hermann Hesse
La flauta lleva la melodía al tiempo que los pianos descienden por
las escalas, la sensación es de un lento hundimiento, vamos hacia un lugar
desconocido pero mágico; miedo, sorpresa y entusiasmo se diluyen entre sí para
dejarnos una emoción compleja, una ilusión. La caída nos lleva al mundo de
nuestros ensueños infantiles, donde habitan los seres luminosos y terribles que
nos acompañaron a través de la década más prolífica de nuestra mente. La
evocación es inspirada por el movimiento número siete de la suite Le carnaval des animaux (El carnaval de
los animales) de Camille Saint-Saëns, pieza hipnótica, puerta a la dimensión de
lo fantástico. Cual ninfa del bosque, las notas del francés nos fascinan, nos
atrapan para llevarnos hacia lo insospechado.
Vuelo sobre el reino de la Fantasía en el dorso de Fújur, el
dragón blanco de la Historia Interminable
de Michael Ende, lloro sobre el pantano donde murió de melancolía Artax el
veloz caballo de Atreyu, recuerdo mi obsesión por conseguir una réplica de
ÁURYN, el medallón con dos serpientes mordiéndose la cola que en su reverso tenía grabada la frase
“Haz lo que quieras”. Tenía la certeza que ÁURYN me ayudaría a sobrellevar las eternas
y tediosas horas de escuela, recuerdo una ventana la cual rompí en varias
ocasiones en mis fantasías en compañía de ese dragón de la suerte, con quien me
iba a cualquier parte, lejos de esos multitudinarios salones.
También retorna la maravillosa Magic
Dance cantada por el Rey Jareth (David Bowie) en la película Labyrinth protagonizada por la hermosa
Jennifer Connelly quien contaba en esa época con 16 años. Quizá el laberinto es
una de las figuras más encantadoras y angustiantes, metáfora de la vida misma
en la que sabemos donde iniciamos pero no donde ni como concluiremos, es el
reto a nuestra inteligencia, el principio y el final de todo reto. El laberinto
tiene varios significados, Chevalier y Gheerbrant en su Diccionario de Símbolos refieren los más destacados. En las
iglesias medievales eran grabados en el suelo como firma de gremios y cofradías
iniciáticos de constructores y sustituían el peregrinaje a Tierra Santa.
También ha sido utilizado y representa un sistema de defensa, en este sentido
anuncia la presencia de algo precioso o sagrado. Tiene un significado solar y
en la tradición cabalística el laberinto tiene una función mágica, parte de los
secretos heredados del Rey Salomón. Asimismo simboliza el viaje interior hacia
el misterio profundo de uno mismo, la llegada al centro es el término de una
iniciación, ahí se opera la transformación del yo la cual se afirma al final
del viaje, cuando se retorna a la luz. En el caso de la película, Sarah (Connelly)
ingresa al laberinto para salvar a su medio hermano tras haber aceptado el reto
del Rey Jareth, su viaje podría significar el retorno a sí misma para encontrar
el plexo del cual nace su odio al bebé que han dejado a su cuidado. Al
rescatarlo, Sarah no sólo se transforma a sí misma, sino también el vínculo con
su hermano y por tanto libera a la genealogía de una herencia de rencor.
Que
decir de The Raiders March, el tema
de Indiana Jones, compuesto por el
ambientador de los sueños infantiles de los años 70’s y 80’s del siglo XX, John
Williams (compuso la música de las sagas de Superman,
Star Wars e Indiana Jones, así
como de la película E.T.). Aunque he
sido seguidor de cada uno de los episodios de Star Wars, las películas de Indiana
Jones, particularmente las de En busca del Arca perdida y La última Cruzada, me hechizaron. No es
azaroso, aunque los largometrajes los dirigió Steven Spielberg, el creador del
personaje fue el genio de los arquetipos, George Lucas. Mi educación católica me
permitió entender los símbolos y arquetipos de estas dos películas, las dos
grandes representaciones de la Alianza en la tradición judeo-cristiana, el Arca
de las tablas de Moisés y el Santo Grial de Jesucristo, la conjunción del Padre
y la Madre, la Ley y el Amor. Se agradece el que los creadores de historias y
los cinematográficos respeten tu inteligencia desde que eres niño, que no le
teman a los datos, a los acertijos, a la complejidad. Indiana Jones es el héroe nómada, un héroe de dos caras, en el que
cohabitan el erudito y el aventurero, el académico y el mercenario. Además la
presencia de Harrison Ford tanto en la saga de Star Wars como Han Solo y como protagonista de Indiana Jones, creó una conexión entre las dos narrativas. Muchos
se identificaron con los héroes espirituales, como Luke Skywalker, en lo
personal, siempre me gustó más la línea de los personajes de Harrison, quienes
siempre se quedaban con la chica más guapa.
Mis
referencias más queridas de la niñez definitivamente fueron las tiras cómicas,
en especial Mafalda, Garfield y Calvin y Hobbes. Sin pretensión de
presumir sino de dar cuenta de mi obsesión, les cuento que siendo
niño-preadolescente, bastaba con que me describieran cualquiera de los primeros
cuadros de las tiras de Mafalda para
que pudiera completar el resto casi con los textos exactos. Leyendo esta
maravillosa obra de Quino, sentía que tenía un poco de cada uno de los
personajes, en particular de Mafalda,
Guille y Libertad, esta última
pequeña reaccionaria me causó una gran simpatía desde la primera vez que la
encontré en la historia. Tanto Garfield
como Calvin me atraparon por su
cinismo y autenticidad, como las películas referidas, considero que estos
personajes se dirigen a la inteligencia infantil, se burlan de los imperativos
parentales, educativos y sociales, además de que se expresan con un lenguaje
lejano a lo simple. Pasada la adolescencia los nombres de Calvin y Hobbes me resonaban más allá de la ficción, había una
razón, los nombres están tomados del reformista Juan Calvino y del filósofo del
Leviatán Thomas Hobbes, dos promotores
de la predestinación, quedaba clara la intención sardónica del autor Bill
Watterson.
La filósofa Martha Nussbaum, quien recibió el premio Príncipe de
Asturias de Ciencias Sociales en el 2012, sustentó el Modelo de las Capacidades
Humanas para evaluar la calidad de vida, son diez criterios, cada uno con sus
indicadores, uno de ellos se denomina Sentidos,
imaginación y pensamiento, otro Juego.
Me gusta su propuesta y la he utilizado desde hace varios años como
referente, una gran parte de los modelos para la evaluación de la calidad de
vida se enfocan en aspectos materiales, los cuales son importantes, sin
embargo, cuando estos faltan lo único que salva son la imaginación y el juego,
pero no sólo eso, el que se los postule como capacidades humanas básicas, les
otorga un lugar prioritario en el desarrollo tanto de niños, como de
adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos. En una era impregnada por la
ansiedad por el futuro, los niños son víctimas de la sobre-educación, tanto sus
padres como sus escuelas tienen altas expectativas de que desarrollen todo un
menú de competencias con la finalidad de que tengan éxito en la vida. Lo cierto
es que más allá de lo que predican los gurús del triunfo como Kiyosaki, el
éxito depende de muchos factores, entre ellos la suerte y el apoyo económico
desde el cual se emprende. Analícenlo con serenidad, ¿cuántos de sus
contemporáneas y contemporáneos han podido realmente superar de manera
significativa la brecha económica de sus familias de origen? Si l@s hay, pero
son excepcionales.
Desde
este planteamiento la pregunta es: ¿para qué atormentamos a niñas y niños con
nuestros fantasmas de fracaso cuando el verdadero talento emana de la
imaginación, las sensaciones, el pensamiento, el juego y la libre expresión?
Una vez manifestado hay que orientarlo y pulirlo, pues no hay creación ni
resultados sin esfuerzo y disciplina, pero si de antemano no se trabaja desde
el talento todo empuje es vano.
Mientras los exitosos se engullen entre ellos, propongo que
disfrutemos de nuestros talentos y dejemos a los niños disfrutar de los suyos.
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