In
Memoriam.
Para la
Dra. María del Carmen Pérez Solano.
Maestra de
una genealogía,
árbol que
vivirá al menos cien años más.
En
gratitud por sus enseñanzas y
por abrirme las puertas al psicoanálisis con niños.
por abrirme las puertas al psicoanálisis con niños.
Cosas,
que fluya en ustedes el sudor o la savia,
Formas,
que nacían de la fragua o la sangre,
Su
torrente no es tan denso como mi sueño;
Y,
si no las golpeo con un deseo incesante,
Atravieso
sus aguas, caigo en la orilla,
Atraído
por el peso de mi demonio pensante.
Solo,
él se enfrenta a la dura tierra en la que el ser se eleva,
Ciego
y sordo al mal, al dios sin sentido,
Pero
apenas todo verbo ha muerto en mi garganta,
Cosas,
que nacían de la sangre o la fragua,
Naturaleza,
- me pierdo en el flujo de un elemento:
Aquel
que se gesta en mí, igual les provoca,
Formas,
que fluya en ustedes el sudor o la savia,
Es
el fuego que me hace su amante inmortal.
Jacques Lacan. Hiatus irrationalis (1929)
Traducción del francés: Miguel Ángel
Brand
La
novelista Lise Deharme fue una musa del movimiento surrealista, el “primer amor
imposible y loco” de André Breton. En el año 1933 creó una revista surrealista a
la que denominó Le Phare de Neuilly.
Entre las páginas de los pocos números
que se publicaron, se encuentran las firmas de autores como: Raymond Queneau,
Man Ray, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, Natalie Barney, D.H.
Lawrence, James Joyce, Jean Supervielle, Marcel Jouhandeau, Jean Follain,
George Vitrac, Robert Desnos y, claro, Jacques Lacan.
La
contribución del joven psiquiatra fue el poema Hiatus irrationalis (Hiatos irracionales), el cual escribió
originalmente en una carta al editor Fernand Alquié en 1929. Originalmente lo
tituló Panta Rhei (Πάντα ῥεῖ), en referencia al Todo fluye de Heráclito y se inspiró en
la obra del místico y teólogo de
los siglos XVI y XVII Jakob Böhme, quien tuvo como sus principales temas el
mal, el pecado y la redención. Luis Tamayo refiere que Dufour en su texto Lacan et le miroir sofranique de Boehme,
“nos muestra un sostén insospechado del estadio del espejo de Lacan, en el
pensamiento del Teólogo J. Böhme (1575-1624), el cual sostenía que Dios se
reflejaba en su espejo, de lo cual Dufour deriva una cierta divinización del
hombre, en el pensamiento de Lacan, por el hecho de subjetivarlo también ante
el espejo”. En ese momento Jacques Lacan tiene 28 años y llama la atención
su fascinación por el místico y teólogo, simultánea a su gran decepción por la
ordenación como sacerdote católico e ingreso de su hermano Marc a la Abadía
cisterciense de Hautecombe.
En 1929, Lacan es todavía residente, sus publicaciones de
esa época están lejos del psicoanálisis, ese año escribe sobre el mal de
Parkinson y sobre las parálisis generales. Será hasta 1932 que concluya su
especialización en psiquiatría con la tesis De
la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad e inicie su psicoanálisis
con Rudolph Loewenstein. Es el año en que se enamora de Olesia
Sienkiewicz, cuyo matrimonio con Pierre Drieu La Rochelle, acababa de concluir
por el romance que éste inició con la escritora argentina Victoria Ocampo, esa
brillante mujer cuya vida se entrelazó con personajes como José Ortega y Gasset, Rabindranath Tagore, Hermann Keyserling, Virginia Woolf,
Jorge Luis Borges, Eduardo Mallea y Roger Caillois.
Es la conexión Sienkiewicz-Drieu La Rochelle-Ocampo, la que da el
contexto para otra referencia al poema de Lacan.
En la correspondencia publicada de Victoria Ocampo se encuentra una
primera referencia a Lacan en una carta a su hermana Angélica el 11 de enero de
1930, escrita desde París:
“Anoche comí en lo de Jo
A. con Fargue (divertido pero me revienta), Riviere y un muchacho, Jacques
Lacan, de quién me estoy haciendo, a pasos agigantados, muy amiga”.
Relata que fueron la
Ópera y después cada quien fue a su casa, salvo Lacan, que se fue al Hospital
Sainte Anne. Al poco tiempo éste le llamó para decirle que necesitaba hablar
con ella y se desplazó hasta su casa y la charla se extendió hasta las 5 de la
madrugada. Ocampo continua la carta:
“Lacan es exactamente lo
contrario de Drieu, física y moralmente. Pelo negro o casi, entusiasmo,
entusiasmo y entusiasmo, gran boca; ¡la boca más y más simpática que te puedas
imaginar!... PD: Lacan es inteligentísimo. Me gustaría que lo conocieras”.
Inició un romance. El
20 se enero Victoria le escribe de nuevo a su hermana:
“Es decir, enferma he
estado, pero muy poco. Un resfrío y dolor de garganta. Y como no quiero que mi
antigua amiga se encuentre con terreno propicio para volverse a instalar, me
quedé en cama ayer. Jacques Lacan me limpió la garganta con un desinfectante
maravilloso. Ya no me incomoda pero tengo resfrío en la nariz… Jacques Lacan es
un individuo no menos singular en otro género. Inteligente y ambicioso. Lleno
de no se que energía desaforada que lo devora física y moralmente. Con sueños
napoleónicos de poderío. Trabaja en el hospital. Escribe… Sale, no se a que
hora duerme, ni a que hora come. Odia a Paul Valery y escribe versos valéricos.
Estos por ejemplo…”
En este punto, Victoria Ocampo transcribe el poema Hiatus irrationalis.
El 7
de febrero escribe:
“Lacan es muy extraordinariamente
inteligente, pero de carácter intolerable peor que Drieu a pesar de ser
totalmente distinto-. Nos peleamos diariamente y a cada rato tomo la resolución
de no verlo más. Pero como no tiene reemplazante que se le asemeje, lo sigo
viendo. Pensamos ir a Chartres este domingo, pero acabo de tener una discusión
con él por teléfono y creo que no iremos”.
El 16 de febrero refiere:
“Me he peleado con
Jacques L. a causa de Cocteau. Se dejó embaucar por el aspecto sentimental de
la pieza [La voz humana] y no se da
cuenta de que es una prostitución del corazón así como la carta de Maritain es
una prostitución de la Fe. Cocteau vale en otro plano y por otros valores”.
Al parecer hasta ahí llegó el romance, fugaz pero intenso.
Osvaldo Quiroga refiere que aunque la relación resultó tormentosa, las huellas que ha dejado para la posteridad merecen cierta atención. En Villa Ocampo de San Isidro se encuentran dos seminarios de Lacan, ambos firmados el 21 de marzo de 1975 en París. Uno es “Encore” y la dedicatoria dice: “Que raro que nos encontremos hoy, Victoria”. El otro es “Les écrits techniques de Freud” y sostiene: “Victoria, amor mío, te dedico esto…” De lo que no caben dudas es del interés de Victoria por Lacan. Roger Callois, que mantuvo una relación sentimental importante con la autora de los “Testimonios”, narra que en 1945, durante una conversación entre caballeros, Lacan le confiesa que la relación con Victoria Ocampo lo volvió consciente de su propia inflexibilidad. Callois permanece exiliado en la Argentina durante toda la guerra, pero ni bien regresa a París recibe el recado de Victoria de ubicar a Jacques Lacan. Cuando esto ocurre, Callois le escribe a Victoria: “Ayer cené en lo de Lacan. Me hizo muchas preguntas sobre ti. Deplorando el choque de caracteres entre ambos, que habría arruinado las perspectivas de un entendimiento agradable. Se lamentó de no haber sido flexible. A mí me pareció muy presuntuoso”.
La
última huella del poema Hiatus
irrationalis, quedó en 1977 en la revista Le Magazine Littéraire, fundada en 1966 por el periodista y
escritor Guy Sitbon.
Frente
a esto sólo cabe afirmar que un poema nunca es sólo un poema, sino la
intersección entre la inspiración de una subjetividad que se expresa
poéticamente en un instante y una historia, que puede ser desde brevísima hasta trans- época. El poema
de Lacan es una obra de su periodo de gesta, cuando era Jacques-Marie y no el
significante que se transfiguró de sustantivo en adjetivo, es de Lacan antes de
lo Lacaniano. Pero como mito de origen, en él ya se encuentra el germen de la
complejidad, del asombro frente al flujo del universo y del sujeto atrapado por
siempre en sus entrañas.
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