Para Juhan. Silencio y memoria
en el adiós a su padre
Deseando
que estuvieras aquí otra vez,
deseando
que estuvieras cerca,
a
veces parecía que estaba soñando
que
tú estabas aquí.
Deseando
poder escuchar tu voz de nuevo,
sabiendo
que eso no era posible,
soñar
contigo no me ayudará a cumplir
todo
lo que soñaste que yo haría.
Andrew Lloyd Webber. Wishing you were somehow here again (The
Phantom of the Opera)
Christine está frente a la tumba de su padre, al ser huérfana
temprana de madre, ese hombre se constituyó en el referente de su existencia,
sensible a la terrible incertidumbre que provoca la ausencia materna, este
padre le obsequia una sustituta que la acompañará en todo momento, la música. De
esta manera el canto se convierte en una invocación a la madre y cuando su voz
enamora al atormentado Fantasma de la Ópera, Christine puede unir
imaginariamente a sus padres, El Fantasma (padre) ama a su voz (madre) y juntos
la impulsan a crear su devenir. La de Christine es una historia triste, la suya
es la orfandad más solitaria. El drama se desencadena cuando aparece el amante
Raúl, el cual sólo podrá entrar en el corazón de Christine cuando huyan los
fantasmas de sus padres. Pero la decisión no es simple, un padre imaginario se
construye a la medida y nunca abandona, un amante real puede ser inconstante en
sus afectos y puede irse, con el riesgo de ahondar la herida hasta lo
insoportable.
Frente al mausoleo del padre, el Fantasma toca con su voz la
dolorosa huella del abandono de Christine:
Niña
errante,
tan
perdida, tan desamparada,
anhelando
mi guía.
La respuesta de Christine está
impregnada de la confusión propia de lo que Freud denominó la transferencia,
esas representaciones tempranas de los seres amados que proyectamos
sorpresivamente en quienes no son:
Ángel
o padre,
Amigo
o fantasma.
¿Quién
está mirando?
El Fantasma le responde desde la transferencia:
Has
vagado demasiado en invierno,
lejos
de mi paternal mirada.
Aparece Raúl y se acaba el juego de
sombras, enfático convoca a
Christine al terreno árido de la realidad: “Él no es tu padre” y en ese
momento para la joven la soledad es absoluta, por lo que se niega todavía a
despedirse del Fantasma.
Christine oscila entre el pasado y el futuro, recrimina al Fantasma
estar muerto pero no lo deja ir, por lo que es él quien tiene que llevarla al
punto de no retorno:
Acabaste
con mi paciencia, haz tu elección.
Con Raúl amarrado a un lado, Christine se dirige al padre muerto:
Desdichada
criatura de la obscuridad.
¿Qué
tipo de vida has conocido?
Dios,
dame valor para demostrarte que no estás solo.
Y lo besa intensamente en los labios,
Christine ha hecho su elección, prefiere permanecer en las tinieblas antes que
lanzar a su padre definitivamente al Hades, no conocerá el amor romántico pero
nunca más se sentirá sola. Pero es en ese momento donde el Fantasma la
destierra de las catacumbas, con un grito que parece decir: Haz de vivir aunque esto signifique perderme
en el olvido. Libera a Raúl y los expulsa. Sin Christine, el Fantasma pierde
su ancla con la vida:
Sólo
tú puedes hacer que mi canción alce el vuelo.
¡Ahora
la música de la noche terminó!
El Fantasma desaparece y tan sólo
permanece una máscara, aquella que cubría las marcas de su rostro, las
evidencias de su condición exánime. La máscara es encontrada por otra joven
¿quizá otra huérfana que traerá al Fantasma de nuevo a la vida?
Para el psicoanalista Heinz Kohut, el padre es quien entrelaza
nuestra grandiosidad narcisista con nuestros talentos y con ellos nos construye
un lugar en el mundo. La madre nos da la certeza de que merecemos estar vivos,
el padre nos entrega el orden del mundo, donde el ser no basta, pues está
sometido al tiempo y el tiempo es siempre devenir. El padre nos muestra que
somos, pero siempre estamos en camino a la transformación. Este proceso implica
que en algún momento tenemos que despedirnos de nuestros padres, todos somos en
algún punto Christine, nos encontramos en la encrucijada de guardar perpetua
lealtad a nuestros padres, ser hijos por siempre o constituir el origen de una
nueva historia. Nuestro amor será siempre una expresión del espacio libre
dejado por los anhelos de nuestros padres.
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