martes, 7 de abril de 2015

El mito del último hombre

Para Santiago, por estos 9 años de luz

Se alejan las aves,
me agazapo entre las raíces del viejo roble,
el peso del ocaso empuja mis manos a la tierra,
escarbo en busca de la sangre de los primeros dioses,
la que trazó los linderos del universo
y separó lo vivo de lo muerto.

Mi nostalgia es antigua,
vestigio de la era previa a la conciencia,
cuando el sol era sol y la luna era luna
y ningún presagio antecedía a las catástrofes.

Inicia la liturgia del estremecimiento,
me envuelve el sonido,
se desvanecen los significados,
el tiempo se fractura,
soy el último hombre,
conmigo muere la angustia,
conmigo acaba lo eterno.

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