martes, 16 de febrero de 2016

Mamá, dile adiós a La Habitación


A Jacob Tremblay, cuya actuación aplasta a renacidos y chicas danesas.

Mamá es la habitación,
la habitación es Mamá,
saludo su contenido,
la planta, las sillas, el lavabo, el inodoro,
como saludo su cuerpo,
su rostro, sus senos, su voz, su calor.

Le creo cuando me dice que ella es el mundo,
su piel, su canto, su abrazo, sus palabras, son mi verdad,
la tele, los sueños, mi perro Lucky, el jardín, son invención.
También le creo cuando dice que tras ella hay otro mundo,
su vida antes de la habitación, los abuelos, el océano, son su verdad.

En medio de los dos mundos está el viejo Nick,
mi sustento, mi enemigo, mi celador, el otro.
Mamá dice que llegué del cielo,
por eso soy sólo suyo,
su única posibilidad de salvación.

Mamá tiene días idos,
se encierra entre las sábanas,
guarda silencio,
duerme hasta que vuelve la luz,
en esos días sé lo que es estar solo,
por eso destruyo, por eso me arriesgo.

Mamá y yo ya no estamos en la habitación,
Mamá sigue siendo la habitación,
pero la habitación ya no es Mamá.
El mundo se expande con cada mirada,
mientras Mamá se pierde con cada paso.

Quiero regresar a la habitación,
este parto me ha quitado a Mamá,
por eso le pido volver,
no para cerrar de nuevo la puerta,
sino para decirle adiós a la habitación,
y así Mamá pueda ser Mamá.

jueves, 11 de febrero de 2016

Roger Waters y la sanación de la memoria.

Así, de la penumbra en que veía el filme emanó una idea tan clara que deslumbró mi entendimiento: la fuerza, el poder de la música y letras de The Wall, nos llegan de hilos entrelazados desde el final del siglo XIX occidental, donde comenzó la epidémica orfandad del siglo XX. Nunca antes hubo tantos huérfanos en la historia y Roger Waters, huérfano hijo de huérfano, es la voz de todos ellos, es el dolor profundo de una Europa que ha intentado curarse con bonanza pero donde sus millones de muertos no cesan de aparecer para reclamar memoria.

Juan Pablo Brand. Roger Waters y la sanación de la memoria.

      Todos somos ramas de un árbol genealógico regado con las lágrimas del sobresalto, somos herederos de los logros y los sueños rotos de nuestros ancestros, los cuales nos impulsan desde ese vórtice espacio-temporal que es nuestro inconsciente. 
      La genealogía de Roger Waters, fundador de la banda Pink Floyd, está marcada por la muerte en guerra de sus ancestros y por tanto por la orfandad. En un filme producido por él y estrenado en 2015, "Roger Waters The Wall", entra de lleno en el vórtice para encontrar sosiego por el malestar de seguir vivo y sumar más años en su propia vida de los que vivieron su abuelo paterno y su padre juntos. 
     En esta narrativa sobre la memoria recurro a mi propia memoria, es un guiño de profunda gratitud a mi tío Beto, quien envolvió la mítica del LP de The Wall de Pink Floyd en una aura simbólica  tan fuerte que le dio sentido a muchas de mis vivencias desde la adolescencia hasta la fecha. El compartir su gusto por este disco me permitió sentir esa necesidad tan adolescente que es formar parte de un grupo selecto y contra mainstream
Pueden leer el texto en la página Psic.mx: