Así, de la penumbra en
que veía el filme emanó una idea tan clara que deslumbró mi entendimiento: la
fuerza, el poder de la música y letras de The Wall, nos llegan de hilos
entrelazados desde el final del siglo XIX occidental, donde comenzó la epidémica
orfandad del siglo XX. Nunca antes hubo tantos huérfanos en la historia y Roger
Waters, huérfano hijo de huérfano, es la voz de todos ellos, es el dolor
profundo de una Europa que ha intentado curarse con bonanza pero donde sus
millones de muertos no cesan de aparecer para reclamar memoria.
Juan Pablo Brand. Roger
Waters y la sanación de la memoria.
Todos somos ramas de un árbol genealógico regado con las lágrimas del
sobresalto, somos herederos de los logros y los sueños rotos de nuestros
ancestros, los cuales nos impulsan desde ese vórtice espacio-temporal que es
nuestro inconsciente.
La
genealogía de Roger Waters, fundador de la banda Pink Floyd, está marcada por
la muerte en guerra de sus ancestros y por tanto por la orfandad. En un filme producido
por él y estrenado en 2015, "Roger Waters The Wall", entra de lleno
en el vórtice para encontrar sosiego por el malestar de seguir vivo y sumar más
años en su propia vida de los que vivieron su abuelo paterno y su padre juntos.
En
esta narrativa sobre la memoria recurro a mi propia memoria, es un guiño de
profunda gratitud a mi tío Beto, quien envolvió la mítica del LP de The
Wall de Pink Floyd en una aura simbólica tan fuerte que le dio
sentido a muchas de mis vivencias desde la adolescencia hasta la fecha. El
compartir su gusto por este disco me permitió sentir esa necesidad tan
adolescente que es formar parte de un grupo selecto y contra mainstream
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