domingo, 24 de abril de 2016

La sabiduría del mirlo

      El Espectro ofreció cumplirle tres deseos, ella pidió tener tres vidas. La primera, la actual, como mujer. La segunda, como hombre. La tercera, como el animal que amara más al momento de morir en su segunda vida. Él las concedió con la sola consigna de que al final de su tiempo como animal, se reunieran a platicar sobre sus tres vidas.
      Vivió sesenta años más como mujer, ochenta y tres como hombre y siete como mirlo. Cuando se agotó su bello canto y sus alas revoloteaban sin lograr el vuelo, retornó el Espectro. El ave le narró su vida de mujer y su vida de hombre, le dijo que sus alegrías eran similares, así como sus miedos y sus anhelos. También coincidían en que mientras había sol estaban muy ocupados y por las noches les visitaban la nostalgia y la melancolía. Por tanto, antes de morir como hombre decidió renacer como mirlo, pájaro cuyo hermoso canto eleva su tono al amanecer y al atardecer, los que fueron sus mejores momentos como humano. Agregó que cada jornada nacemos y morimos, por eso es tan importante detenerse en el amanecer para visualizar lo que será nuestra vida mientras nos acompañe el sol y cuando se esté extinguiendo, al atardecer, reflexionar sobre lo que podemos recuperar al siguiente amanecer y llorar por lo irremediablemente perdido.
      Mientras hablaba, comenzó el atardecer, el mirlo ocupó los restos se su fuerza para cantar su último canto, quizá el más bello jamás escuchado, pues en él resonaban todo el amor y el dolor de tres vidas. Concluido el canto, murió.

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